
Si en una zona puntual del organismo aplicamos calor, los efectos varían según la temperatura alcanzada.
- hasta los 45º se produce una vasodilatación
- hacia los 50º se afecta el metabolismo enzimático celular, aunque las células se conserven;
- hacia los 60º hay problemas de funcionamiento de la membrana celular, se desnaturalizan las proteínas y la célula muere
- hacia los 70º hay una desnaturalización total del colágeno, y
- hacia los 80º hay necrosis de coagulación
- si se alcanzan los 100º, como ocurre en el bisturí eléctrico, no solo hay necrosis, sino vaporización celular.
Por lo tanto, para conseguir la depilación necesitamos alcanzar una temperatura de unos 70~80º a nivel del bulbo pilosebáceo.
Para ello debemos recordar un concepto importante antes enunciado, el de la disipación del calor. Con el impacto de radiación láser se absorbe la energía y se produce calor, que según la temperatura alcanzada producirá el efecto biológico indicado en la relación anterior. Pero, inmediatamente, este calor se disipa. La disipación se realiza de distinta forma en las diversas estructuras: más lentamente en la piel y más rápidamente en el folículo. Como la irradiación de ambas estructuras se realiza a la vez, es importante distinguir estos dos comportamientos. Ante un impacto de láser,
- la piel se calienta menos y tarda más tiempo en enfriarse;
- el bulbo absorbe más radiación láser, se calienta más, y tarda más tiempo en enfriarse.
Este efecto se puede cuantificar mediante el concepto de TRT (thermal relaxation time, o tiempo de relajación térmico), tiempo en que el tejido de que se trate ha eliminado la mitad de la energía calorífica producida por el impacto láser. Este tiempo es, para la epidermis en general, de 8 a 10 ms, y para el folículo pilosebáceo, de 20 a 60 ms.
Si aplicamos un impacto de suficiente energía, con un solo disparo se puede destruir el bulbo, pero también se calienta la epidermis, según la cantidad de melanina que presente.
El objetivo de la depilación estriba en disponer de una unidad láser lo suficientemente potente para, con un impacto, conseguir la destrucción del folículo, afectando al mínimo la piel.
Pero si con un solo impacto de lus no se puede conseguir la depilación, podemos utilizar una serie de impactos aplicados con un intervalo bien estudiado.
Con el primer impacto, la piel se calienta poco y disipa el calor rápidamente; el bulbo se caliente más y tarda más tiempo en disipar el calor. Si aplicamos otro impacto en un momento en que la piel casi ha disipado todo el calor producido (por su mayor velocidad de disipación) y el bulbo solo ha disminuido muy poco su temperatura, conseguiremos que el bulbo aumente aun más su temperatura mientras que la piel sólo la aumenta mínimamente. De esta forma, al actuar sucesivamente disparo a disparo (hasta tres, cuatro, cinco) con el intervalo apropiado, conseguimos que el bulbo alcance la temperatura deseada para su destrucción con una mínima afectación de la piel.